domingo, 5 de junio de 2022

LA MAYOR PROMESA DE JESUS: LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO

Primera parte: Les conviene que yo me vaya (Juan 16:5-13)

Juan 16: 5 “Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. 5 pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? 6 antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. 7 pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.  12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”

Imagina este momento: Jesús les habla a sus discípulos acerca de todo lo que pasaran a causa de su nombre y de como el debe irse.   Si caminaste 3 años con Jesús, viste sus milagros, escuchaste de primera mano sus parábolas, comiste y platicaste con el durante ese tiempo, lo menos que podrías querer es que se vaya.  Pero lo que mas llama la atencion en este pasaje es que Jesús les dice “Les conviene”. 

¿Porque Jesús habrá dicho eso? ¿Como es posible que sea conveniente que Jesús se vaya?

Jesús aclaro esto diciendo que el Espíritu Santo vendría cuando el ya no estuviese.  Esta fue la mayor promesa que les dio a sus discípulos y fue a través del cumplimiento de ella que ellos lograron llevar el evangelio a la mayor parte del mundo.

La Biblia menciona que hay tres posiciones del Espíritu Santo con relación a las personas, a un lado acompañando, dentro de nosotros y sobre nosotros. En el evangelio de Juan 14:17-18, se describen las dos primeras: “Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ven ni lo conoce.  Pero ustedes si lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.” Y en Hechos 1:8 se menciona la tercera sobre nosotros.

La primera posición del Espíritu Santo respecto a las personas es cuando aún no son creyentes. Ahí el Espíritu Santo está a un lado de la persona acompañándola, convenciéndole de que necesita arrepentirse de sus pecados y poner su fe en Jesús tal y como lo dice Juan 16: 8-98 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí”.

La segunda posición del Espíritu Santo es cuando creemos en el evangelio. En ese momento, Dios nos da un nacimiento espiritual y pone su Espíritu en nosotros. Digamos que entonces el Espíritu Santo está adentro. Cuando esto sucede, podemos empezar a relacionarnos con Dios. Y esta relación es la principal función del Espíritu cuando está en los creyentes.

 

Efesios 1:13 “En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido.

 

Gracias a este nuevo nacimiento espiritual y a esta relación, nosotros deseamos más de Dios; entendemos su Palabra; y la atesoramos. Es gracias a que tenemos morando al Espíritu Santo en nosotros que ahora buscamos dejar de pecar, que deseamos adorar verdaderamente. Y es gracias a Su Espíritu en nosotros que podemos orar y relacionarnos con el Padre.

Segunda parte: Recibiréis poder (Hechos 1: 8-9)

Hechos 1: 8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. 9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.”

“Recibirán poder y me serán testigos”, estas fueron las palabras de Jesús antes de ascender al cielo y fueron clave para la vida de ellos. Siempre que Dios nos da algo es para poder cumplir una función y un propósito, la tercera posición es cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros.

La gente, comúnmente piensa que la llenura del Espíritu Santo se expresa en “grandes” manifestaciones o en “grandes” milagros, como posiblemente sería hablar en lenguas, sanar enfermos, expulsar demonios, pronosticar eventos futuros y cosas semejantes. Pero lo cierto es que la llenura del Espíritu Santo no solo se manifiesta de esa forma, sino que también lo hace, principalmente, de maneras menos espectaculares: al compartir el evangelio a un desconocido, cuando te conmueve hasta las lágrimas una alabanza o cuando te alejas de alguna tentación, por poner algunos ejemplos.

Para poder vivir como un genuino seguidor y discípulo de Jesús, es necesario ser llenos del Espíritu Santo.  Efesios capítulo 5 el apóstol Pablo describe como debe conducirse el creyente en su vida cotidiana, entre las cosas que menciona Pablo no hay tareas espectaculares, por ejemplo, andar en paz y humildad, vivir alabando, amar a las esposas, sujetarse a los maridos, trabajar con esfuerzo, honrar a los padres y cosas semejantes. Y aunque estas tareas parecen cotidianas, el apóstol sabe que son imposibles de realizar sin la llenura del Espíritu de Dios.

A veces cometemos el error de creer que solamente las manifestaciones espectaculares del Espíritu son las que demuestran que alguien está lleno de Él, recordemos que esos son Dones o regalos que el espíritu Santo da (profecía, hablar en lenguas, sanidades, etc).

Debemos entender que, en cualquier cosa que el Señor nos ponga por delante para que realicemos, necesitamos hacerlo con su poder y que Él lo haga en nosotros. No importa si es una cosa pequeña o grande a nuestro parecer, por último, recordemos que cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros no podemos hacer otra cosa que anunciar a Cristo, es una reacción ante su poder.

Tercera parte: Su llegada (Hechos 2:1-4 y 2:38-41)

Hechos 2: 1 “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

Hechos 2: 38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

La llegada del Espíritu Santo fue como ninguna otra, un estruendo en el cielo, un viento recio.  Su promesa había llegado.  Leemos a lo largo de todo este capítulo como el Espíritu de Dios lleno a los discípulos y como Pedro y los demás se levantaron a hablar de Jesús, de su obra y tres mil personas creyeron y se convirtieron al señor.

Este momento es clave porque vemos a Pedro siendo afirmado, un Pedro que ve cumplirse la promesa de que seria pescador de hombres.  Eso solo podía lograrse con el poder del Espíritu Santo.  En ese momento Pedro y los discípulos entendieron por que Jesús les dijo que les convenia que el se fuera, el señor sabía que dejaba a sus discípulos en buenas manos porque el Espíritu Santo vendría a continuarla obra en esta tierra.   Los discípulos no quedarían huérfanos porque el consolador estaba por venir.

Hay tres áreas generales en las que se mueve el Espíritu de Dios: una es glorificar a Cristo; otra en el amor; y también en la Santidad. Dentro de la tarea de glorificar a Cristo encontramos el evangelismo, la adoración, la dependencia de la gracia, etc. Dentro del área del amor encontramos todos aquellos sacrificios que hacemos hacia las personas en el nombre de Cristo. Y dentro del área de la santidad encontramos el arrepentimiento, la confesión de pecados y la resistencia ante la tentación, etc. Para todo esto necesitamos la llenura de Su Espíritu.

Para confesar un pecado a la persona que se ha traicionado es necesario el poder del Espíritu Santo. Para predicarle a un desconocido se necesita ser lleno del Espíritu de Dios. Para desprenderse del dinero y dárselo a alguien en necesidad, por amor a Cristo, se necesita el poder que viene de lo alto. Así que, si tú has hecho algo para Cristo que nunca hubieras imaginado poder hacer, has sido lleno de Su Espíritu Santo; aunque no necesariamente hayas expulsado un demonio, obrado una sanidad o algo por el estilo.

 

Conclusión y aplicación:

Hay momentos en los que parece que lo que esta pasando no nos conviene, momentos en los que podemos sentirnos desamparados y hasta huérfanos, pero es en esos casos cuando el poder del Espíritu Santo puede entrar en nuestra vida y cambiarlo todo.  Lo cierto es que, seguramente, si has nacido de nuevo has experimentado la llenura de su Espíritu, aunque probablemente ni te hayas dado cuenta.

 

Ministración y oración:

El espíritu de Dios quiere entrar en tu vida, consolar el dolor que puedas estar pasando y llenarte con su poder.  Tú vida no volverá a ser la misma despues de dejarlo entrar.  Es tiempo de conocer la mayor promesa de Jesús en nuestra vida: El Espíritu Santo.

Ezequiel 36: 26 -29 “26 Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. 27 infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes. 28 vivirán en la tierra que les di a sus antepasados, y ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. 29 los libraré de todas sus impurezas. Haré que tengan trigo en abundancia, y no permitiré que sufran hambre.”

Intercedamos por las personas para que puedan renovar su vida y estén dispuestas a caminar según los estatutos de la palabra de Dios y ponerla en obra.  Que Dios pueda ablandar sus corazones endurecidos, Amen.



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